¿Cómo afecta a América Latina que Donald Trump retire a Estados Unidos del TPP?
Era una de sus promesas electorales y cumplió: en su primera jornada laboral como presidente, Donald Trump firmó este lunes una orden para retirar a Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés).
El ambicioso y polémico tratado busca dar forma al mayor bloque económico del mundo y fue firmado en febrero de 2016 por 12 países entre los cuales se encuentran tres naciones latinoamericanas: Chile, México y Perú.
"Lo que acabamos de hacer es una gran cosa para el trabajador estadounidense", dijo Trump tras firmar la orden.
A fines de noviembre, Trump dijo en un video con el que dio a conocer las medidas para sus primeros 100 días de mandato: "(El TPP) es un desastre potencial para nuestro país".
"En cambio, negociaremos acuerdos comerciales bilaterales justos que otra vez generen empleos e industria en territorio estadounidense", agregó.
El TPP llevó siete años de negociaciones y fue una de las banderas de la política de comercio exterior del saliente mandatario Barack Obama.
Para Trump, en cambio, la cancelación de cuajo de este tratado fue una promesa clara de campaña que ya se cumplió.
Pero, ¿qué significa este cambio de marcha para América Latina?
No dan las cuentas
Los analistas económicos pueden poner el grito en el cielo tras la orden de Trump, pero lo cierto es que la maniobra no ha tomado a nadie por sorpresa.
El nuevo presidente estadounidense es un crítico acérrimo de los tratados multinacionales, por considerar que no contemplan las prioridades estadounidenses y ponen los intereses comerciales por encima de la generación de empleo que él considera pivote de la economía.
Su triunfo en las urnas hizo temer lo peor entre los promotores del TPP. Porque el tratado aún espera por su ratificación y el asunto no es nada fácil: se requiere el visto bueno de al menos seis de los países signatarios y estos deben representar al menos un 85% del Producto Interno Bruto (PIB) de los 12 combinados.
En la práctica, eso significa que no podrá entrar en vigor sin el visto bueno de Estados Unidos y Japón, que juntos equivalen al 79% del PIB del bloque.
Así, el supertratado económico podría estar herido de muerte antes de nacer.
Para los promotores del acuerdo en México, Perú y Chile, el anuncio dejó sin comenzar la fiesta de varios sectores que anticipaban una bonanza comercial.
Y en las órbitas de gobierno, genera incertidumbre por un acuerdo que ha sido una parte integral de la estrategia económica de las tres naciones.
En su momento, la mandataria chilena, Michelle Bachelet, lo respaldó como un "gran acuerdo" de todos quienes creen "que el libre comercio como una economía abierta ha sido beneficioso".
Chile fue la nación pionera de la región en buscar sociedades comerciales distintas a las tradicionales con Estados Unidos y Europa.
Mediante la membresía, México y Perú también buscan aumentar sus exportaciones y atraer importantes inversiones de países asiáticos.
Según estimaciones de la Secretaría de Economía de México al momento del anuncio del TPP, el país norteamericano podría exportar más de US$150.000 millones en cinco años hacia otros países del súper bloque.
Caminos truncos y alternativas
Para los países latinoamericanos, el mercado de casi mil millones de consumidores al que el TPP daría acceso no será igual de fácil de conseguir mediante otros acuerdos.
Hay quienes creen que la región no puede supeditar sus esperanzas de crecimiento a los intercambios con países de Asia y las grandes potencias, sino que debería atender al "comercio intrarregional que es bajo pero se incrementa lentamente", según señala Miguel Tavera, de la consultora de riesgo Risk Cooperative y columnista en International Policy Digest.
Los tres miembros latinoamericanos del TPP integran también la Alianza del Pacífico (junto con Colombia), un bloque que promueve un mayor intercambio sin salir de la región y que podría beneficiarse si el conglomerado transpacífico resulta fallido.
Se supone, además, que el TPP iba a empoderar a las clases medias, mediante el acceso a mercancías más baratas y el fomento del consumo doméstico, apunta Tavera.
Eso, a su turno, podría facilitar la creación de empresas medianas y pequeñas, con costos más bajos y acceso a un mercado mayor. Todo eso, señalan los primeros pronósticos, podría quedar trunco si el acuerdo no se ratifica.
También truncas quedarán las ambiciones de los sectores exportadores, esperanzados en anexar nuevos mercados.
En los ámbitos de gobierno, ya se barajan "planes B": en la reunión del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) que se realizó a fines de noviembre de 2016 en Lima, la respuesta ante el proteccionismo azuzado por Trump fue parte del debate.
"Hay varias opciones por las cuales podemos andar, pero siempre con el compromiso de llegar a tener un tratado de libre comercio en Asia Pacífico", había señalado antes la vicepresidenta de Perú, Mercedes Aráoz.
Ildefonso Guajardo, secretario de Economía de México -y exnegociador en Washington de otro gran acuerdo, el NAFTA-, declaró en ese entonces que, junto con Japón, Australia, Malasia, Nueva Zelanda y Singapur, estudiarían soluciones alternativas para un TPP sin Estados Unidos, aunque no está claro cómo podría lograrse.
La intención, en todo caso, es continuar con el proceso de integración con Asia.
Por otra parte, el TPP frustrado marcaría un reparto de fuerzas distinto para China en la región.
El gigante asiático podría llenar el eventual vacío que dejaría Estados Unidos, dijeron funcionarios del bloque de APEC asistentes al foro de Lima.
Lo haría a través de tratados alternativos, como el Acuerdo de Asociación Económica Integral Regional (RCEP) que Pekín viene empujando el gigante asiático y que apunta a una asociación más amplia, de 16 países, incluido India.
Perú ya le ha dado el sí a la propuesta.
"Vemos personas alrededor de la mesa, aquí, ahora, hablando de que si el TPP no avanza, entonces ellos van a tener que poner sus huevos en la canasta del RCEP", dijo entonces el representante comercial de Estados Unidos, Michael Froman, según informó la agencia de noticias Reuters.
China ya es el mayor socio comercial de muchos países de América Latina. Y Pekín está interesado en mantener la ventaja y adquirir un rol más activo.
Festejos silenciosos
Pero la retirada firmada por Trump es una buena noticia para quienes se habían mostrado críticos con el convenio desde un principio.
Varios sindicatos, por ejemplo, habían señalado que el acceso barato a mercancías del sureste de Asia -en particular de Vietnam, uno de los signatarios del TPP- y a mano de obra a menor costo pondría en jaque las posibilidades de desarrollo de la industria y las condiciones del empleo en partes de Latinoamérica.
Empresarios y organizaciones civiles en México afirmaron que el TPP representaba "un peligro para varios sectores de la economía".
Entre los más perjudicados, dicen, están la industria textil, de autopartes, la producción de leche, azúcar, acero y el comercio de medicinas.
"Nuestro peor reto es Vietnam, siempre ha sido nuestra preocupación", reconoció ante BBC Mundo Alfonso Juan Ayub, presidente de la Cámara Nacional de la Industria Textil en México, el pasado octubre.
Algunos incluso advierten del efecto dañino que podría tener sobre las exportaciones agrícolas de los tres países de la región.
Otros, en tanto, critican el tratado como instrumento en sí mismo: lo llaman "el Titanic del comercio", condenado a hundirse, y reclaman contra los intentos de los gobiernos de salvarlo a cualquier costo.
"Prepotentes y sin entender el mensaje político que les deja la derrota del TPP por la movilización y acción de los pueblos, destacadamente las organizaciones de izquierda y progresistas de todos nuestros países, ahora buscan una desesperada salida creyendo que pueden imponerla", opinan Alejandro Villamar y Alberto Arroyo, miembros de "México Mejor Sin TPP", en una columna publicada por la agencia Alai.
*Esta nota se publicó originalmente en BBC Mundo en noviembre de 2016 cuando Trump anunció que retiraría a EE.UU. del TPP y ha sido actualizada tras la firma de la orden ejecutiva.
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