Opinión: Texas y el verdadero hombre olvidado
Donald Trump prometió en su discurso inaugural que defendería a los hombres y mujeres olvidados. Pero si el presidente número 45 de Estados Unidos destruye el Tratado de Libre Comercio de América del Norte en un esfuerzo por rescatar a algunos estadounidenses, millones más, incluyendo muchos que votaron por él, podrían sumarse a las almas económicamente olvidadas del país.
Texas, un estado profundamente republicano, podría ser uno de los que más sufra. Durante 23 años, ha trabajado para adaptarse al libre comercio con su vecino del sur. La producción compartida en la fabricación con sus contrapartes al otro lado de la frontera ha incrementado la productividad. Un fuerte aumento del comercio terrestre y marítimo entre EE.UU. y México a través de Texas ha generado grandes ganancias exportadoras para el estado.
El Nafta ha hecho que Texas sea más competitivo globalmente. Claro, ha tenido sus problemas, particularmente en las ciudades fronterizas. Pero sin el acuerdo, Texas podría haber encontrado más dificultades, en el aspecto de empleo, para ajustarse a la aceleración de la automatización en la fabricación que golpeó a EE.UU. durante el mismo período.
Trump, quien fue un demócrata durante la mayor parte de su vida, usa la metáfora del hombre olvidado en la misma forma en la que el presidente Franklin Delano Roosevelt lo hizo durante los años 30. Ambos pueden ser vistos como defensores de los que pasan por una mala racha y no parecen poder recuperarse. La estrategia trumpiana para ayudar al “desvalido” también sería familiar para FDR: hacer que la economía sea menos libre.
Sin embargo, como explica Amity Shlaes en su libro de 2007 The Forgotten Man (algo así como El hombre olvidado), ese término se originó con el profesor de Yale William Graham Sumner. En su ensayo de 1883, el hombre olvidado es el que termina con la factura, sin notarlo, cuando los bienhechores proponen “medidas de alivio para los males que han captado la atención del público”.
Sumner no dio nombres. Simplemente describió la injusticia de A y B reuniéndose para ayudar a X con una nueva ley. C no está en los planes, pero termina con la carga. “Así es el hombre olvidado”, escribió Sumner. “Trabaja, vota, usualmente reza, pero siempre paga; sí, sobre todo, paga”.
En la guerra contra el globalismo de Trump, Texas está lleno de gente C: estadounidenses trabajadores que se han adaptado a un comercio más libre y ahora se dan cuenta de que A y B desean cambiar las reglas a favor de X. Hay millones más de C en todo EE.UU.
Jesús Cañas, economista del Banco de la Reserva Federal de Dallas, proporciona un perfil útil de un Texas post-Nafta en el informe de 2016 Las ciudades fronterizas de Texas ilustran los beneficios y retos del comercio. El informe asegura que entre 1994 y 2014 se perdieron 710.000 empleos en EE.UU. “como resultado de un aumento de las importaciones desde México y Canadá o debido a los cambios en la producción”. Texas, escribió Cañas, fue el segundo estado más afectado en términos absolutos de trabajos perdidos, detrás de Carolina del Norte y por delante de California. Las ciudades fronterizas de Texas, donde había una “fuerte concentración manufacturera de industrias de bajo valor agregado”, fueron las más golpeadas.
Sin embargo, con más competencia vino más comercio, inversión y cambio tecnológico, los cuales ayudaron a transformar la economía de Texas. Las ciudades fronterizas terminaron “ganando muchos más empleos de los que perdieron”, debido a los cambios propulsados por el Nafta.
Las exportaciones de Texas a México, medidas no por dónde se hacen los productos sino por dónde inicia su viaje al extranjero, se incrementaron en 236% entre 1994 y 2015. “Una parte significativa de este comercio”, escribe Cañas, “está en productos intermedios, bienes destinados al ensamblaje u otro procesamiento después de lo cual son reimportados a EE.UU.”. México es el principal mercado de exportación de Texas al recibir 40% de lo que el estado vende al extranjero.
Cañas indica que los trabajadores industriales más afectados por las importaciones mexicanas han “experimentado un crecimiento sustancialmente más bajo en sus salarios que sus contrapartes en otras industrias”. Pero observa que las áreas metropolitanas que perdieron la mayor cantidad de trabajos debido al Nafta se han beneficiado más de los incrementos en la inversión extranjera directa. También se benefician de “los crecientes estándares de vida en el lado mexicanos de la frontera”, es decir, nuevos clientes con dinero.
Al igual que el resto del país, el empleo en Texas está cambiando de la manufactura a “otros sectores como los servicios para negocios”, escribe Cañas. El nivel de empleo manufacturero del estado ha caído 9% desde la implementación del Nafta, pero la producción manufacturera creció 4,1% por año entre 1997 y 2015.
“Las exportaciones de bienes manufacturados sostuvieron cerca de 990.000 empleos en Texas en 2015”, dice el informe. El estado “ganó” más de cuatro millones de empleos entre 1994 y 2015, un período de creciente automatización y libre comercio, mientras que los ingresos reales per cápita subieron de US$30.000 a US$47.000.
La propuesta de Trump de levantar nuevas barreras al comercio con México ignora el daño que seguramente ocasionará a los ejércitos de trabajadores manufactureros, emprendedores y proveedores de servicios empresariales de EE.UU. que compran y venden a lo largo de la frontera. Trump olvida a estos hombres y mujeres a su propio riesgo político.
—Escriba a O’Grady@wsj.com.
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